miércoles, 20 de mayo de 2009

Paraellas y Mauricio

El mundo de la publicidad es apasionante. Manipulación simultánea de millones de cerebros, y dentro de la más estricta legalidad! Una pena no haber tenido ni la capacidad ni la oportunidad de probarme en estas lides, porque de vez en cuando se ven auténticas obras de arte.

Normalmente suelen aparecer joyitas en festivales, recopilatorios navideños y poutpurris propagandísticos, la mayoría de las veces jugando con el humor y la risa provocada por impacto. Pero también es cierto que rara vez te sorpredes con buenos spots durante visionados rutinarios de la parrilla televisiva nacional.

Pues hete aquí que hace unos días me tragué estas mismas palabras para que posteriormente acabasen donde deben estar: pegadas en alguna tubería de plomo de la bajante principal de mi edificio/morada. El anuncio en cuestión no me pilló delante del televisor y solo vi el final. Tuve que esperar un par de días para verlo entero, y me encantó.

La cosa es que me recordaba mucho a un vídeo de The Avalanches, Frontier Psychiatrist, pero al final resulta que no, que es de Stereo Lies (Malcolm Pardon & Fredrik Rinman). Aquí van los dos vídeos. Al que le gusten, que los disfrute, y al que no... que mire para otro lado y aquí no ha pasado nada (pero en realidad sí pasa!)





domingo, 17 de mayo de 2009

Kamizelka ratunkowa jest pod twoim fotelem

O, "de cómo recorrimos Varsovia en Bici a pesar de que mantenerse sobre dos pies ya sea suficientemente dificil"

La txurrita tuvo a bien acompañarme en uno de los "compromisos" laborales que mas nerviosete me ha tenido en los últimos tiempos.

Para celebrar el éxito del viaje, tanto en el plano laboral como en el vacacional, aquí dejo una ruta en bici por Varsovia por si alguien tiene pensado pasarse por allí. Nosotros la hicimos en un día y, a pesar de no haber sido idea mía, tengo que admitir que fue un gran acierto ;P



Después de haber estado en esa ciudad un par de veces, definitivamente la bici me parece una buena opción para recorrérsela de arriba a abajo. La mar de agusto oye. Y a mitad de camino, una Zywiek para refrescar el gaznate.

A gozarla.

martes, 12 de mayo de 2009

El día en el que quedé en ridículo


El día en el que quedé en ridículo me puse de un color extraño. Un color que difícilmente puede describirse, pero que refleja a la perfección el estado deplorable en el que queda el orgullo personal de uno, como la visión de un hongo nuclear advierte sobre la destrucción total de materia y almas. Igual.

Meditas sobre las consecuencias de tu acción. Todas catastróficas. Sin solución. Avocado a la marginación y al desprestigio durante veintitrés generaciones.

El día en el que quedé en ridículo sentí todo eso y más. Aunque simpre te encuentras al que suelta una risilla como resoplando hacia un lado y le quita importancia. Y puede que tenga razón, pero ese extraño color que emborrona mi cara llama más la atención que el hecho en si. Si alguien no se había enterado, eh! miradme!, este es el día en el que quedé en ridículo!

El día en el que quedé en ridículo queda grabado en la memoria, solo el tiempo suficiente como para que llegue el siguiente día en el que quedé en ridículo. Porque ese día se repite periodicamente, y el tiempo que pasa en ese periodo es un suspiro. O eso, o es que el tiempo se detiene en cada uno de los momentos en los que que quedé en ridículo. Eternos, eternos, eternos, eternos...

El día en el que quedé en ridículo levanté la mano en clase para preguntar una estupidez. El día en el que quedé en ridículo le pedí un beso a la chica equivocada. El día en el que quedé en ridículo llevaba la bragueta abierta. El día en el que quedé en ridículo me pillaron haciendo manitas en clase de física. El día en el que quedé en ridículo me caí de culo. El día en el que quedé en ridículo respondí al email que no debía. El día en el que quedé en ridículo fue ayer, es hoy, será... dentro de poco, estoy seguro.

Y no estaré preparado. Nunca me acostumbraré, porque para esto de quedar en ridículo se necesita mucha práctica y puede que mi cabeza no funcione del modo correcto para asimilarl el concepto. Siempre se repite la secuencia fatal: nervios, saturación neuronal, perdida de consciencia, los procesos racionales se suspenden y la inercia de mis acciones me arrastra y me arrastra.

La solución será, a buen seguro, no pensar demasiado, ni antes, ni durante, ni después. Hay otra alternativa; pensar constantemente... pero es agotador.