No pasan diez minutos sin que Radek Wilimski repase, una tras otra, todas aquellas cosas que le atormentan. Las visualiza, las interioriza, las clasifica, las prioriza y las condensa en un único sentimiento de angustia y desconsuelo.
Sentado en el metro, camino al trabajo, su rostro reflejado en la oscuridad del túnel le devuelve una sonrisa. "¿Por qué?", se pregunta Radek. Harbá sido un pequeño despiste fruto del cansancio que le acompaña cada mañana hasta el segundo o tercer café.
Se siente obligado a corregirlo, y se pregunta "¿Qué era lo que me preocupaba?" Y en un alarde de disciplina mental repasa, una tras otra, todas aquellas cosas que le atormentan. Las visualiza, las interioriza, las clasifica, las prioriza y las condensa en un único sentimiento de angustia y desconsuelo.
La oscuridad del túnel ya no sonríe. Todo vuelve a donde debe estar. Y Radek sigue adelante, convencido de que nada puede ir peor. Tranquilo.
domingo, 6 de marzo de 2011
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